Los siete saberes necesarios para la educación del futuro

En esta entrada te presentamos Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, obra del filósofo y sociólogo francés Edgar Morin, que podéis visualizar aquí. Este libro es de lectura obligada para los docentes, por lo que te dejamos una interesante reseña del mismo.

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Esquema de los siete saberes necesarios para la educación del futuro.

Reseña de Los siete saberes necesarios para la educación del futuro

Este libro está organizado en un total de siete capítulos, coincidentes con los siete saberes del futuro que considera necesarios su autor.

Capítulo I. Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión

Trata diversos aspectos sobre los problemas del conocimiento, especialmente, una serie de limitaciones y vacíos que tenemos a la hora de buscar dicho conocimiento. En muchas ocasiones no somos ni siquiera conscientes de esta problemática. El conocimiento siempre estará lleno de ruido (noise) que no permitirá ver el conjunto. Además, es nuestro cerebro el que gestiona esta información, siendo gran parte del proceso interno, con lo que ello puede suponer de cara a la interpretación de los problemas (el racionalismo de Descartes básicamente).

La propia razón tiene sus debilidades, en cuanto a que teorías, ideologías y sobre todo doctrinas cierran nuestra forma de abordar el problema a estudiar. Morin considera que situarse en un paradigma determinado es, a veces, producto de nuestra realidad. Esto supone que no tomemos el «enfoque» adecuado, es más, en ocasiones no somos conscientes siquiera de tener este enfoque. A esto, el autor lo denomina como “cegueras paradigmáticas”.

Todo esto se manifiesta de manera clara en el “imprinting cultural”. Esto es un matiz de inconformismo y, sobre todo, la Noología, el estudio de la noosfera, o mundo “imaginario” que persona y sociedad comparten, donde viven los mitos, dioses, etc.

Por tanto la idea en este primer capítulo pivota en considerar que la Educación tiene que despejar los grandes interrogantes sobre la capacidad de conocer. Por ello, hay que situarse en una crítica a la forma con la que accedemos al conocimiento, por si fuera errada o el enfoque inadecuado.

Capítulo II. Los principios de un conocimiento pertinente

Se basa en cuatro ideas: el contexto, lo global, lo multidimensional y lo complejo, que se desarrollan en la obra.

Concretamente este capítulo comienza  haciendo hincapié en la dicotomía entre curiosidad e instrucción, es decir que se corta la curiosidad por aprender, agente principal del descubrimiento y el conocimiento, con una serie de contenidos faltos de motivación.

Continúa hablando de la especialización, que es contraria al conocimiento real, pues separa y aísla partes del conocimiento en bolsas cerradas, perdiendo la percepción general y, por tanto, incurriendo en un error objetivo. A todo esto hay que añadir la falsa racionalidad, creencia de que algo es racional en un contexto concreto, pero que, desde una perspectiva más amplia o global, resulta irracional. Que algo sea o no racional está condicionado por la persona y es algo que debemos enseñar a los alumnos.

Capítulo III. Enseñar la condición humana

Según Morin, existen cuatro condiciones principales: cósmica, orden y caos al mismo tiempo; física, dependiente del sol; terrestre, que engloba a la biosfera; y humana, que es nuestra animalidad y humanidad.

Es importante enseñar esta cuestión ya que el ser humano es unidualidad, por un lado es lo biológico y por otro lado lo cultural. En todo hombre y mujer existen dos realidades contrapuestas entre lo animal y lo humano, entre el instinto y la racionalización. Esta unidualidad es propia de la condición humana y hay que tenerla muy presente en la educación.

Capítulo IV. Enseñar la identidad terrenal

Este saber del futuro está en relación con las necesidades que tenemos como especie. Señala dos hitos importantes: la apertura de la era planetaria, con el descubrimiento de América y una mayor globalización; y el legado que nos llega del siglo XX, de muerte y destrucción por las guerras.

La idea que quiere expresar el autor está en relación con la globalización y con el respeto al medio, lo viene a decir que hay que enseñar las mismas.

También en el apartado de identidad, relaciona todo lo anterior, con la importancia de enseñar en valores, como el de la diversidad, de raza, religión, cultura, etc.

Capítulo V. Enfrentar las incertidumbres

Este es uno de los siete saberes del futuro que resulta más interesante. Antes se consideraba que el futuro era una repetición del presente, en momentos antiguos o bien algo progresivos, como con los ideales ilustrados. Pero ahora estamos en un período de incertidumbre histórica, pues no sabemos ni podemos predecir qué ocurrirá en el futuro. Esto se debe, en parte, a la sociedad de la información y que todo se mueve más deprisa. Además, está la cuestión de buscar paralelos históricos con momentos precedentes, que para la actualidad son inexistentes. Es por ello que desde la Historia se ve todo como un mundo incierto, que se está deteriorando por la acción humana.

Según el Morin, si no puedes contra las incertidumbres, y conocer el futuro, úsalo a tu favor. Esta es una idea a enseñar al alumnado, pues le ayudará a resolver este tipo de conflictos internos.

Existen varios tipos de incertidumbre. Así, la de lo real parte de la base que nuestra realidad no es la realidad plena y, por tanto ,hay que aceptarlo para poder construir el conocimiento. La incertidumbre del conocimiento, que no se puede llegar a conocer todo, que no existen los perfectos y, por ello, el conocimiento consiste en navegar por un océano a la espera de avistar tierra firme. Por último la ecología de la acción, que no podemos saber a ciencia cierta el resultado de las mismas. Tiene varios principios fundamentados en bucles de riesgo/precaución, fines/medios y acción/contexto.

Se termina argumentando que no se puede predecir a largo plazo y que hay que contestarse con el corto plazo.

Capítulo VI. Enseñar la comprensión

Aquí existe una importante dicotomía entre dos tipos de comprensiones que a veces van de la misma mano y a veces van separadas. Son la comprensión en polo planetario y la comprensión en polo individual.

En general existen una serie de obstáculos para la comprensión que se pueden resumir en egocentrismo, etnocentrismo y sociocentrismo (rechazo a lo que no es de tu cultura) y sobre todo el espíritu reductor, que es el hábito de reducir lo complejo a lo significativo, perdiendo gran parte del sentido del mismo.

Existe una ética de la comprensión que se basa en entender, de manera desinteresada, qué consistiría en el bien pensar y también en la conciencia de la complejidad humana. De este modo, tiene que tenerse en cuenta la apertura subjetiva hacia los demás e interiorizar la tolerancia.

Capítulo VII. La ética del género humano

Nos habla de la antropo-ética, como la ética enfocada hacia el ser humano para lograr una humanidad de conciencia y ciudadanía planetaria.

La existencia de un bucle entre el individuo-sociedad-especie hace que la ética que el profesor debe enseñar debe estar dirigida a la relación del individuo con la sociedad, la democracia y la sociedad con la especie, esto es ciudadanía terrestre, de respeto al medio.

Palabras Claves:

  • Cegueras paradigmáticas. Presuponer que el punto de vista que se adopta de cara al conocimiento es así, sin considerar que hay todo un paradigma detrás de tu pensamiento
  • Unidualidad. El ser humano es, a la vez, lo natural y lo cultural, estas dos se complementan dando la complejidad humana, algo a tener en cuenta en la Educación
  • Incertidumbres del conocimiento. Diversas cuestiones que no son conocidas o cuyo conocimiento es limitado. La importancia de estas incertidumbres esta en considerarlas de una manera favorable, como forma de mantener la crítica viva.
  • Identidad terrenal. Es la consciencia de nosotros mismos como ciudadanos de la Tierra y, como tal, es necesaria para mantener una paz durable en el planeta, algo que hay que construir y educar.

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